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domingo, 10 de diciembre de 2006

Ser testigo con un pincel

Eng

Rémi Courgeon, ilustrador y autor de libros para jóvenes ha viajado hasta Kenia donde Médicos Sin Fronteras cuenta con un proyecto de atención médica y sanitaria de ayuda contra el sida.

En Matharé, en los suburbios de Nairobi, y en Homa Bay, una ciudad a orillas del Lago Victoria, ha compartido varios días con pacientes y personal sanitario, y de estos instantes ha surgido una interesante serie de pequeños esbozos, retratos y textos que él mismo nos lee mientras pasamos las hojas de su cuaderno de notas. Una forma humana tanto de explicar su contenido como de compartir las impresiones de alguien que ha estado al lado, al menos unas horas, de las personas que viven con el sida.

Haz click en la imagen para ver las diapositivas (necesita flash)
Dibujos y textos: remicourgeon@free.fr


Una vez más internet nos acerca testimonios, reportajes in situ, humanos y reales, de las historias y el trabajo diario de mucha gente allá donde los medios de comunicación no siempre llegan.

A continuación pueden leer las traducciones de los textos que acompañan a los dibujos (en francés en el original):
3/17. La Blue House es una clínica a cargo de casi 3000 pacientes de sida. Hoy no hay mucha gente. Por culpa de las revueltas que castigan estos días Matharé. Me imagino cómo puede ser esto los días de mucha afluencia. Aquí, la palabra paciente, cobra todo su significado.

5/17. Sentado en un banco, intento pasar desapercibido. No es fácil. De repente, se oyen voces que vienen del exterior. Golpes en la empalizada. Una mujer mira discretamente a través de un agujero de la verja, para ver qué pasa. No me da tiempo a dibujarla. Una enfermera pone a salvo a cada uno de los pacientes. Me da tiempo a dibujar todavía algunas siluetas, aunque todo el mundo se ha ido ya. La enfermera me pega una voz "vale, vale, ya he terminado".

6/17. Cynthia tiene cuatro años, es huérfana. Sus padres han muerto de sida. Es su prima, de 18 años, la encargada de su tratamiento y la lleva al dispensario. La pequeña posa muy formal. Cuando he terminado de dibujarla y he comenzado a trazar algunas líneas de la joven me ha dicho que ella no está enferma, que no quiere estar en el dibujo. La prometo que no dibujaré los ojos. Y lo mantengo. A mi pesar.

7/17. Benta trata seropositivos que padecen tuberculosis. Detrás de su mascarilla, esconde una inmensa sonrisa que retoma toda su libertad durante la pausa para el té. Aquí, la vida es demasiado frágil para que desperdiciemos la más mínima migaja.

8/17. En Kenia hay cebras y leones, pero no koalas. Salvo colgados del estetoscopio del doctor Kerrow, ahí puestos para distraer a los pequeños mientras él los ausculta: un efecto benéfico de la globalización.

10/17. Tom es el paciente de tuberculosis más antiguo de Homa Bay. Seropositivo, salvaron su vida in extremis. Consigo que se siente diciéndole: - Voy a intentar ir rápido, pero si ves que te cansas, paramos. Le dibujo, luego la mesa, el árbol, el fondo. Levanto la cabeza para volver a mirar, ha desaparecido. Sus ojos, sobre el papel, siguen mirándome fijamente.

11/17. Tirisaa posa seria, con los brazos cruzados. Tiene treinta años, toma ARV desde hace 20 meses y su vida no se parece en nada a un cuento de hadas. En el banco de al lado, un paciente empieza a hablarle. Vuelve la cabeza, suelta una carcajada y vuelve a posar. Segundo retrato. Más ligero.

12/17. William es un hombrecito de cinco años vivo y corpulento. Le cuesta un poco estarse quieto y posar. Está deseando ir a probarse los zapatos nuevos. Su mamá lo lleva a la clínica para recoger su tratamiento ARV mensual. Lo más difícil es que entienda que tiene que tomar esas pastillas todos los días.

14/17. Pabellón de tuberculosos en Homa Bay. Cojo aire, me pongo la mascarilla y entro en una de las habitaiones acristaladas. De las ocho camas, dos están vacías. Es raro. A veces hay dos pacientes por cama y otro debajo del colchón. Enseño mis dibujos a los enfermos y les explico mi trabajo. Página en blanco. Me dispongo a dibujar a uno de los dos cuando una voz resuena detrás de mí: - Begin by me first! -(yo primero)- Me vuelvo y me encuentro con dos grandes ojos febriles. El hombre está sentado a mi lado, tan cerca, tan flaco. ¿Seré capaz?

16/17. Un retrato, y otro, y otro. Bajo mi mascarilla, la tristeza se ha quedado gravada. En el papel, mi pincel ya no rechina más. La tinta ha dejado de llorar. Estamos compartiendo un momento de paz. Antes de irme, tomo nota de los nombres de todos, para enviarles los dibujos. Un joven me murmura con una voz agotada: - Hey doctor, as drawer you're a president!

17/17. A pocas semanas de su jubilación, Clémentine está desbordada. Me concede una pose rápida. En su camisa, como una medalla, arbora el lazo rojo, rodeado de perlitas. El sida es su guerra. En el pasillo, cuatro visitantes la esperan. Todavía me quedo un poco más para terminar el decorado. Los cuatro hombres entran y se sientan formalmente alrededor de ella. Como buenos alumnos toman notas. Respeto.

Médicos Sin Fronteras
El sida en los suburbios de Nairobi



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